El presidente Luis Lacalle Pou llegó a Rocha como Maverick llegando a la escuela de aviación Top Gun. Y así como Pete Mitchell, parece estar atormentado por algunos fantasmas del pasado, pintado de algún tinte color rojo.
Al igual que los recibidos de la famosa escuela de aviación Top Gun, el gobierno parece ser muy hábil al momento de esquivar las balas, en este caso, el virus. Parece que en la escuelita de gobernantes enseñan a evadir virus, bombardear libertades, e ignorar el cálculo y los argumentos lógicos que puedan darle poder a la ciudadanía.
El caso, aunque no el único, de la cancillería lo muestra de cuerpo completo y me hace dudar. Luego de que Ana María Teresa Ayala, embajadora uruguaya en España, haya dado positivo al Covid-19 unos días luego de tener una reunión con el Sr. Lacalle Pou y que se vea, en un video, como éste la recibe sin tapabocas y, a pesar de esto, se haya decidido que “no había necesidad” de hisopar al presidente, me hace pensar en tal habilidad para esquivar el virus.
Luego de que Karina Rando, directora de Coordinación del MSP, se presentara en Cerro Largo, tirando números como “Goose” tiraba misiles, sin ningún tipo de lógica, nos muestra el bombardeo de miedo que los gobernantes (y los medios) lanzan constantemente.
“Puede llegar a 80 o 100” casos activos, “lo que podría provocar la muerte de tres o cuatro personas más”, tiró, sin el más mínimo análisis o argumentación la ya nombrada directora.
Este cálculo no soporta ningún tipo de lógica. Pero la directora no se quedó allí. Al saber que sus argumentos no se pueden sostener, y con ese afán generalizado de querer meter miedo, apeló a la culpa.
“Cómo se van a sentir estos chicos si el abuelo de algún amigo suyo o su abuelo muere por contagio de coronavirus”. ¿Por qué Karina Rando no le pregunta lo mismo a los contagiados en Cancillería ¿Por que Karina Rando no le pregunta lo mismo a quienes hacen marchas y paro de manera constante? ¿Por qué Karina Rando no le dice esto a los dueños de las cooperativas de ómnibus? Es mucho más fácil pegarle al débil, políticamente hablando, lo cual demuestra su cobardía.
Es que aquí, lo que hay que entender, es que estamos jugando un juego que siempre se jugó. En “plagas y personas” de McNeill, éste cuenta cómo muchos nativos de antaño aceptaron la fe católica al ver como los españoles sobrevivían a las plagas que ellos no (debían estar cuidados por un dios superior). En nuestros tiempos, la religión estatal busca el mismo efecto.
Vemos cómo aquel mandatario que no encarcela a quienes incumplen, que no castiga a los leprosos, que no restringe libertades, es vilipendiado con los más bajos insultos y encarnado éste como el mismo demonio. Parece que la coerción se volvió lo políticamente correcto.
No Sr. Presidente, más coronavirus no implica menos trabajo. Según la obra “Dos siglos de economía argentina”, de Orlando Ferreres, entre 1855 y 1886 el PBI argentino creció nada menos que 350%, siendo, en estos años, asediada por cólera y fiebre amarilla, enfermedades muchísimo más letales y temerosas donde si uno caminaba por las calles, veía gente muerta por doquier.
La enfermedad que baja el empleo es la enfermedad estatista. La restricción de libertades, el cierre de fronteras, el impedimento a ciertos rubros de poder abrir sus puertas incluso 9 meses después de iniciada la emergencia sanitaria en nuestro país. Lo que baja el empleo es el miedo constante que intentan infundir los medios y el gobierno en una especie de relación sadomasoquista en donde los “periodistas de primer nivel” no se molestan en cuestionar datos, o pedir pruebas, sino a repetir el guión que se les envía desde el gobierno. Donde cualquier persona con un título científico puede decir cualquier barbaridad y es tomada por verdad, como si el resto de la población no entendiera de pruebas o fuera completamente tonta.
En Uruguay el ACV (principal causa de muerte en el país) no bajó el empleo, tampoco el cáncer ni el suicidio. Parece que tampoco importaron los asesinatos.
¿Pero sabe qué sí causa mayor desempleo? el crear comisiones, crear nuevos ministerios o secretarías. Todas esas cosas que le quitan poder adquisitivo a la población. La corrupción estatal que beneficia a unos en detrimento de otros, la cantidad de restricciones que tiene una Pyme para abrir pero que no tiene una multinacional.
“Cuando la ley y la moral se contradicen una a otra, el ciudadano confronta la cruel alternativa de perder su sentido moral o perder su respeto por la ley”, o ambas.
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