En este mes de febrero, los uruguayos gozábamos de una libertad que hace ya un par de años la tenemos recortada. Es la que tiene que ver con cambiar el prestador de los servicios de salud.
En realidad deberíamos hablar de un derecho. El derecho constitucional a atendernos en un servicio de salud de nuestra preferencia. ¿Por qué hablamos entonces de una libertad? Porque luego de la reforma que hizo el Frente Amplio en la materia, establecieron un impedimento al cambio del prestador que se eligiera. Al mecanismo se le llamó, sabiamente, “corralito mutual”. Pues es eso, un encierro en el que el usuario no puede moverse según su elección. Entonces, en el mes de febrero, se abría el corralito y por un mes, todos los usuarios de la salud, volvíamos a ser libres y podíamos cambiar de prestador sin esgrimir razón alguna.
¿Por qué tenemos que andar rindiendo cuentas si no queremos atendernos más en la mutualista A y queremos pasarnos a la mutualista B?
No hay sentido.
Pues bien, a pesar de seguir siendo un recorte a la libertad, por lo menos, durante 28 o 29 días, dependiendo del febrero en cuestión, había un resuello de libertad.
Un día nos enteramos que habían organizaciones, incluidas algunas médicas, que hacían un negocio de esos pases de mutualistas. Entonces el gobierno, como lo ha hecho en otras áreas, se dispuso a prohibir.
¿Cuál fue la solución? No abrir el corralito y privar a los usuarios de cambiar de mutualista. Ergo, recortarles el pequeño haz de luz libre que quedaba.
Como no se ha sido capaz, desde el uso legítimo y monopólico de la fuerza, léase, desde el Estado, en perseguir a quienes cometían una maniobra ilegal y tampoco se ha podido evitar su accionar, entonces se embromó a toda la población.
Se dijo que, para poder cambiar de sociedad médica, se debe confeccionar una carta, fundamentando debidamente las razones para tal modificación.
¿Y quién es el censor que tiene la vara para medir quién fundamenta debidamente y quién no?
Claramente estamos ante un acto arbitrario. El hecho simple de no querer seguir siendo parte de una sociedad médica a la que se adhiere aportando dinero del propio bolsillo lo es.
El año pasado, desde el gobierno se mostró la disposición a volver a abrir, para este mes de febrero el corralito. Sin embargo, intempestivamente, un día nos ayunamos -parece que el ministro de Salud Pública junto con nosotros- que el Presidente había dispuesto que el corralito no se abría. ¿Por qué? Por la misma razón, porque habían unos inescrupulosos lucrando con esto.
En lugar de dar con ellos y hacerles caer el peso de la ley, el gobierno cortó por el lado más fino de la piola, prohibir.
Es más fácil moverse en una cárcel uruguaya que en el sistema mutual.
Quien no esté conforme con su servicio de salud o simplemente desee estar en otro, no lo puede hacer. A no ser que tenga recursos para contratar a un buen letrado, que le redacte una bonita y fundamentada carta que toque el corazón del censor y obtenga el cambio buscado. Pero ni aún así tiene asegurado poder ejercer su libertad, y su derecho.
Discusión sobre este post